Cámaras analógicas.
En la fotografía analógica, se inserta un carrete de película sensible a la luz en la cámara. Cuando el obturador de la cámara se abre, la película se expone a la luz y se captura una impresión. Una vez que la exposición se ha hecho, el fotógrafo hace avanzar la película para preparar una nueva sección que no se ha expuesto todavía para la siguiente fotografía. En ciertas cámaras manuales, puedes enrollar la película hacia atrás y volver a fotografiar en la misma sección varias veces para crear una doble exposición. Cuando se ha fotografiado todo el rollo, se quita de la cámara y se revela.
“Un detalle importante que tener en cuenta sobre las cámaras digitales es que la marca de la cámara, como Nikon o Canon, no tiene demasiada importancia; la imagen será prácticamente igual. Además, cuando la gente comienza a editar las fotografías, es difícil discernir de qué tipo de cámara provienen”, señala Mills. “Con la analógica, sin embargo, las cámaras y las películas dan un aspecto distinto. Todas funcionan un poco diferente”.
Muchos fotógrafos utilizan una cámara réflex de un solo objetivo (SLR) para la fotografía analógica, que emplea un espejo y un prisma para crear una exposición. El funcionamiento interno de estas cámaras permite a los fotógrafos mirar a través del visor y la lente para ver qué van a capturar dentro del marco. Las cámaras SLR vienen en distintos formatos, incluidas las cámaras de 35 mm, las de formato medio y las de gran formato. Estos formatos equivalen al tamaño de la película física que cabe en la cámara. Además, cuanto más grande sea el negativo de la película, mejor será la resolución de la imagen final. En los formatos más pequeños, como el de 35 mm, el granulado de la película será más evidente en la imagen impresa.